10 dic 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 12


12. EXPERIENCIA PRÓPIA

(POV Edward)

La alegría de saber que me recordaba no duró mucho, ya que unos segundos después ella cayó de rodillas al suelo, sollozando. No tenía lágrimas en sus ojos, que tan expresivos como siempre, ahora mostraban el dolor que había dentro de ella, en su alma.

- ¡¿Bella? - la llamé horrorizado. No me hizo caso, y siguió con su mirada perdida. - ¡¿Bella, estás bien? - seguí intentando sin éxito, arrodillándome delante de ella.

Empezaba a estar preocupado, ella parecía no reaccionar, y yo no sabía la razón por la que estaba en ese estado. Si tan solo hubiera podido leerle la mente ahora...

Acaricié su suave rostro con la punta de los dedos, en un roce apenas perceptible, preguntándome cómo había logrado pasar todo ese tiempo sin ella. Pero Bella seguía inmóvil delante de mí.

Entonces ese dolor, el que sentí unos momentos antes, volvió. Tan intenso como si nunca hubiera desaparecido. Tan intenso que casi podía olvidar la razón de mi vida. Casi.

Unos instantes después, el dolor volvió a desaparecer, pero cuando abrí los ojos, esperando verla contemplé mi soledad. Miré por todas las direcciones del callejón, ella no estaba allí. Quería rastrearla, pero su olor estaba por todas partes y resultaba imposible saber hacia dónde había ido.

(POV Bella)

Escuché como Edward gemía de dolor, y justo después de haberlo envuelto en mi escudo de nuevo me fui de ese callejón. Corriendo, alejándome de él. Sabía que jane me seguía. Sentía sus rápidos pasos detrás de mí y cuando supe que estaba lo suficientemente lejos de Edward paré y me giré para estar frente a ella.

-¡¿Qué estabas haciendo, bella? ¡¿Esa es tu excelente manera de luchar? ¡¿Tirarte al suelo y dejar que te arranquen la cabeza? – empezó a chillar jane.

-¡No estaba haciendo eso!

-Por supuesto que lo estabas haciendo. ¡No estarías ya aquí si no llega a ser por mí! – gritó de nuevo, haciendo que empezara a enojarme.

-Pues claro que no estaría contigo, aún estaría con él… - la tristeza amenazaba con volver, pero no quería permitírselo. - ¿Por qué siempre tienes que meterte en medio haciendo sufrir a todos los que te rodean? ¡Eres una sádica – Vi que con eso la había herido, pero no sabía cómo arreglarlo… - si no hubieras hecho nada yo aún estaría con Edward…

-¿Edward? ¿Él era Edward? ¿Con el que soñaste? ¿Por qué no me contaste la verdad? Te lo he preguntado hoy mismo. ¿Cuándo hace que lo recuerdas? ¿Al menos lo olvidaste, verdad? – empezó a preguntar a una velocidad que parecía imposible hasta para un vampiro.

-Lo recordé cuando lo vi. – le expliqué, perdiendo la batalla con la tristeza y dejando que me llenara por completo.

-¿Pero él…? ¿Vosotros… antes… humana… él… vampiro?-dijo tan confundida que apenas podía hacer una pregunta. Aun así la entendí.

-Sí. Nosotros estuvimos… juntos, antes. – dije.

-Antes – obviamente había entendido la parte clave de mi respuesta. Asentí sin poder decir nada.

Su partida me había destrozado, ahora lo recordaba todo. Y el pecho volvía a dolerme como antes. No lo creía posible, pero dolía. Como si tuviera una enorme herida en el, y ésta se agrandara por momentos. Sentía la necesidad de abrazarme como hacía en el pasado, sentándome en mi cama, en la casa de mi padre Charlie, en Forks, y llorar durante horas escondiendo mi cara en mis rodillas. Pero eso no podía volver a pasar, porque ahora yo era una vampira guardia de los Vulturis, y eso implicaba que con solo ir allí pondría a mi padre en peligro… del monstruo que era.

Entonces recordé algo, el porqué del color de sus ojos, y tomé una decisión. Ningún humano más moriría en mis manos, sería como ellos, "vegetariana". Me sentía orgullosa de mi decisión aunque no sabía si podría vivir con su estilo de vida. Pero cuando era humana quería ser una vampira buena y ahora iba a serlo, pero sin él.

Otro propósito vino a mi mente y supe que si lograba el anterior quizá podría hacerlo. Ir a Forks. Poder ver a mi padre, él no podría verme a mí, pero me bastaba con saber si él estaba bien. Me gustaría que Charlie también supiese que yo estaba bien, no feliz, pero bien al fin y al cabo.

Pero eso no era posible, él vería mi cambio, lo distinta que era ahora, y seguramente me juzgaría por ello, algo que no podría soportar…

-Bella-oí que me llamaba Jane.

-¿Decías? – pregunté sin querer obtener la respuesta que sabía que me daría.

-Deberíamos volver ya-respondió sin sorprenderme. Tendría que soportarlo.

Pero cuando ella se giró para ir en la dirección del castillo, caí en la cuenta que me preguntarían qué había sucedido, y no tenía una buena excusa para ello.

-¿Qué voy a decirles? – pregunté sabiendo que me entendería.

-Escapó. Se dirigió a la muralla pero como era muy rápido no pudiste hacer nada y en lugar de seguirlo preferiste quedarte e informarnos sobre ello. No le digas a nadie que lo conocías, o te arrepentirás. Experiencia propia-dijo antes de empezar a correr. Ya tenía mi excusa perfecta, pero lo último que dijo me dejó desconcertada.

Realmente no sabía nada de la vida de Jane, aparte que Alec era su hermano biológico, ninguno de los dos me había dicho nada de su pasado. Así que con mi poca información no sabía que imaginarme.

Me eché a correr detrás de ella intentando alcanzarla antes que llegáramos para preguntarle. Y lo logré aunque parecía que ella corría más rápido que normalmente.

-Jane, ¿a qué te referías cuando has dicho experiencia propia?-le pregunté corriendo a su lado. Ella aminoró el paso hasta que estuvimos caminando.

-Algo parecido a lo tuyo, pero yo lo conocí en esta nueva vida-empezó a contarme con una voz fría.- Yo estaba sola buscando alimento cuando lo vi. Estuvimos juntos un tiempo hasta que decidí volver aquí. Le pedí que viniera conmigo. Él no quería estar en la guardia, intenté convencerlo, pero no sirvió de nada. Me acompañó hasta la muralla y me dijo que en un mes nos encontraríamos allí otra vez. –Calló un momento antes de continuar con voz muy baja.- Él estuvo allí, aunque no lo vi, sentí su aroma, junto a la de Aro. No lo he vuelto a ver, y de eso ya hace más de trescientos años. No se lo había dicho a nadie, al menos no hablando, pero es obvio que Aro lo sabía. Llegué demasiado tarde. –Acabó con la voz rota y la mirada perdida.

-Lo siento-dije aunque sabía que serviría de poco.

La verdad es que Aro nunca me había gustado. Desde el primer día que lo había conocido ya me había hecho elegir entre la muerte o una vida eterna, y entonces estaba todo eso de protegerlo y entrenar mi don para ello, sin contar que me había obligado a matar sabiendo que yo odiaba hacerlo… realmente Aro no me agradaba. Pero después de saber esa pequeña historia de Jane, mi odio hacia él había aumentado considerablemente. Estaba claro que no le contaría nada acerca de Edward, porqué yo seguía amándolo y no soportaría saber que le ocurrió algo… y menos por mi culpa.

-¿Y cómo has podido estar con él todo este tiempo sabiendo eso?-le pregunté en parte curiosa en parte asqueada.

-Solamente tenía a Alec, y él no lo sabe. Aparte no quería intentar convencerlo de irnos para que le sucediera algo a él también-entendí perfectamente lo que me dijo, si yo tuviera un hermano tampoco arriesgaría su vida.

-¿Nadie lo sabe?

-Aro, tú y yo – contestó poniendo énfasis en el tú.-Y espero que siga siendo así.

-No diré nada –prometí.

-Vamos-dijo entonces suspirando. Y la seguí hacia el infierno que ahora sabía que compartía con ella…

Al llegar, el resto nos estaba esperando para que les contáramos como me había ido. Ahí empezaba la farsa.

-¿Qué ocurrió?-fue directo al grano Félix.

-Se escapó-murmuré con voz impasible.

-¿Se escapó?-dijo escéptico Aro.

-Era muy rápido. Y se dirigió a la muralla. No quise alejarme – intenté mentir lo mejor que pude, y pareció dar resultado.

-Intenta atraparlo la próxima vez- contestó.

-¿La próxima vez?-pregunté sin entender.

-Vino por algo, así que supongo que volverá – me respondió al mismo tiempo que Chelsea ingresaba a la sala seguida de "la merienda".

"Su merienda" a partir de ahora. Aproveché a que todos estuvieran ocupados para salir de allí hacia el bosque para alimentarme por primera vez del que sería mi alimento por el resto de la eternidad.

No hay comentarios: