10 dic 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 12


12. EXPERIENCIA PRÓPIA

(POV Edward)

La alegría de saber que me recordaba no duró mucho, ya que unos segundos después ella cayó de rodillas al suelo, sollozando. No tenía lágrimas en sus ojos, que tan expresivos como siempre, ahora mostraban el dolor que había dentro de ella, en su alma.

- ¡¿Bella? - la llamé horrorizado. No me hizo caso, y siguió con su mirada perdida. - ¡¿Bella, estás bien? - seguí intentando sin éxito, arrodillándome delante de ella.

Empezaba a estar preocupado, ella parecía no reaccionar, y yo no sabía la razón por la que estaba en ese estado. Si tan solo hubiera podido leerle la mente ahora...

Acaricié su suave rostro con la punta de los dedos, en un roce apenas perceptible, preguntándome cómo había logrado pasar todo ese tiempo sin ella. Pero Bella seguía inmóvil delante de mí.

Entonces ese dolor, el que sentí unos momentos antes, volvió. Tan intenso como si nunca hubiera desaparecido. Tan intenso que casi podía olvidar la razón de mi vida. Casi.

Unos instantes después, el dolor volvió a desaparecer, pero cuando abrí los ojos, esperando verla contemplé mi soledad. Miré por todas las direcciones del callejón, ella no estaba allí. Quería rastrearla, pero su olor estaba por todas partes y resultaba imposible saber hacia dónde había ido.

(POV Bella)

Escuché como Edward gemía de dolor, y justo después de haberlo envuelto en mi escudo de nuevo me fui de ese callejón. Corriendo, alejándome de él. Sabía que jane me seguía. Sentía sus rápidos pasos detrás de mí y cuando supe que estaba lo suficientemente lejos de Edward paré y me giré para estar frente a ella.

-¡¿Qué estabas haciendo, bella? ¡¿Esa es tu excelente manera de luchar? ¡¿Tirarte al suelo y dejar que te arranquen la cabeza? – empezó a chillar jane.

-¡No estaba haciendo eso!

-Por supuesto que lo estabas haciendo. ¡No estarías ya aquí si no llega a ser por mí! – gritó de nuevo, haciendo que empezara a enojarme.

-Pues claro que no estaría contigo, aún estaría con él… - la tristeza amenazaba con volver, pero no quería permitírselo. - ¿Por qué siempre tienes que meterte en medio haciendo sufrir a todos los que te rodean? ¡Eres una sádica – Vi que con eso la había herido, pero no sabía cómo arreglarlo… - si no hubieras hecho nada yo aún estaría con Edward…

-¿Edward? ¿Él era Edward? ¿Con el que soñaste? ¿Por qué no me contaste la verdad? Te lo he preguntado hoy mismo. ¿Cuándo hace que lo recuerdas? ¿Al menos lo olvidaste, verdad? – empezó a preguntar a una velocidad que parecía imposible hasta para un vampiro.

-Lo recordé cuando lo vi. – le expliqué, perdiendo la batalla con la tristeza y dejando que me llenara por completo.

-¿Pero él…? ¿Vosotros… antes… humana… él… vampiro?-dijo tan confundida que apenas podía hacer una pregunta. Aun así la entendí.

-Sí. Nosotros estuvimos… juntos, antes. – dije.

-Antes – obviamente había entendido la parte clave de mi respuesta. Asentí sin poder decir nada.

Su partida me había destrozado, ahora lo recordaba todo. Y el pecho volvía a dolerme como antes. No lo creía posible, pero dolía. Como si tuviera una enorme herida en el, y ésta se agrandara por momentos. Sentía la necesidad de abrazarme como hacía en el pasado, sentándome en mi cama, en la casa de mi padre Charlie, en Forks, y llorar durante horas escondiendo mi cara en mis rodillas. Pero eso no podía volver a pasar, porque ahora yo era una vampira guardia de los Vulturis, y eso implicaba que con solo ir allí pondría a mi padre en peligro… del monstruo que era.

Entonces recordé algo, el porqué del color de sus ojos, y tomé una decisión. Ningún humano más moriría en mis manos, sería como ellos, "vegetariana". Me sentía orgullosa de mi decisión aunque no sabía si podría vivir con su estilo de vida. Pero cuando era humana quería ser una vampira buena y ahora iba a serlo, pero sin él.

Otro propósito vino a mi mente y supe que si lograba el anterior quizá podría hacerlo. Ir a Forks. Poder ver a mi padre, él no podría verme a mí, pero me bastaba con saber si él estaba bien. Me gustaría que Charlie también supiese que yo estaba bien, no feliz, pero bien al fin y al cabo.

Pero eso no era posible, él vería mi cambio, lo distinta que era ahora, y seguramente me juzgaría por ello, algo que no podría soportar…

-Bella-oí que me llamaba Jane.

-¿Decías? – pregunté sin querer obtener la respuesta que sabía que me daría.

-Deberíamos volver ya-respondió sin sorprenderme. Tendría que soportarlo.

Pero cuando ella se giró para ir en la dirección del castillo, caí en la cuenta que me preguntarían qué había sucedido, y no tenía una buena excusa para ello.

-¿Qué voy a decirles? – pregunté sabiendo que me entendería.

-Escapó. Se dirigió a la muralla pero como era muy rápido no pudiste hacer nada y en lugar de seguirlo preferiste quedarte e informarnos sobre ello. No le digas a nadie que lo conocías, o te arrepentirás. Experiencia propia-dijo antes de empezar a correr. Ya tenía mi excusa perfecta, pero lo último que dijo me dejó desconcertada.

Realmente no sabía nada de la vida de Jane, aparte que Alec era su hermano biológico, ninguno de los dos me había dicho nada de su pasado. Así que con mi poca información no sabía que imaginarme.

Me eché a correr detrás de ella intentando alcanzarla antes que llegáramos para preguntarle. Y lo logré aunque parecía que ella corría más rápido que normalmente.

-Jane, ¿a qué te referías cuando has dicho experiencia propia?-le pregunté corriendo a su lado. Ella aminoró el paso hasta que estuvimos caminando.

-Algo parecido a lo tuyo, pero yo lo conocí en esta nueva vida-empezó a contarme con una voz fría.- Yo estaba sola buscando alimento cuando lo vi. Estuvimos juntos un tiempo hasta que decidí volver aquí. Le pedí que viniera conmigo. Él no quería estar en la guardia, intenté convencerlo, pero no sirvió de nada. Me acompañó hasta la muralla y me dijo que en un mes nos encontraríamos allí otra vez. –Calló un momento antes de continuar con voz muy baja.- Él estuvo allí, aunque no lo vi, sentí su aroma, junto a la de Aro. No lo he vuelto a ver, y de eso ya hace más de trescientos años. No se lo había dicho a nadie, al menos no hablando, pero es obvio que Aro lo sabía. Llegué demasiado tarde. –Acabó con la voz rota y la mirada perdida.

-Lo siento-dije aunque sabía que serviría de poco.

La verdad es que Aro nunca me había gustado. Desde el primer día que lo había conocido ya me había hecho elegir entre la muerte o una vida eterna, y entonces estaba todo eso de protegerlo y entrenar mi don para ello, sin contar que me había obligado a matar sabiendo que yo odiaba hacerlo… realmente Aro no me agradaba. Pero después de saber esa pequeña historia de Jane, mi odio hacia él había aumentado considerablemente. Estaba claro que no le contaría nada acerca de Edward, porqué yo seguía amándolo y no soportaría saber que le ocurrió algo… y menos por mi culpa.

-¿Y cómo has podido estar con él todo este tiempo sabiendo eso?-le pregunté en parte curiosa en parte asqueada.

-Solamente tenía a Alec, y él no lo sabe. Aparte no quería intentar convencerlo de irnos para que le sucediera algo a él también-entendí perfectamente lo que me dijo, si yo tuviera un hermano tampoco arriesgaría su vida.

-¿Nadie lo sabe?

-Aro, tú y yo – contestó poniendo énfasis en el tú.-Y espero que siga siendo así.

-No diré nada –prometí.

-Vamos-dijo entonces suspirando. Y la seguí hacia el infierno que ahora sabía que compartía con ella…

Al llegar, el resto nos estaba esperando para que les contáramos como me había ido. Ahí empezaba la farsa.

-¿Qué ocurrió?-fue directo al grano Félix.

-Se escapó-murmuré con voz impasible.

-¿Se escapó?-dijo escéptico Aro.

-Era muy rápido. Y se dirigió a la muralla. No quise alejarme – intenté mentir lo mejor que pude, y pareció dar resultado.

-Intenta atraparlo la próxima vez- contestó.

-¿La próxima vez?-pregunté sin entender.

-Vino por algo, así que supongo que volverá – me respondió al mismo tiempo que Chelsea ingresaba a la sala seguida de "la merienda".

"Su merienda" a partir de ahora. Aproveché a que todos estuvieran ocupados para salir de allí hacia el bosque para alimentarme por primera vez del que sería mi alimento por el resto de la eternidad.

9 nov 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 11




PASADO

Después de que el resto se fueran, no sabía que hacer. Quería hacerle muchas preguntas, sabía que él conocía algo de mi pasado, y por poco que fuera, sería algo más.

El problema es que mis músculos no reaccionaban. Estaba totalmente paralizada, observándole mientras me mirava como si fuera un milagro.

- Bella – susurró mirándome intensamente.

- ¿Quién eres?- pregunté. Estaba claro que él sabía quien era yo, pero yo no sabía quién era él…

Vi como su cara se llenaba de confusión en un principio, y como sus dorados ojos dejaban de brillar maravillados con felicidad para dejar paso al dolor.

- Bella – repitió, como si solo fuera capaz de decir mi nombre.

- Dime, por favor – le pedí, suplicante. – sé que te conocí en mi pasado, pero lo único que recuerdo de él son mis padres, y tus ojos.

- No me recuerdas – dijo más para él mismo que para mi, intentando convencerse de eso. – Edward - dijo ya más recompuesto.

- ¿Perdona? – dije confusa, ya que no era la primera vez en ese día que escuchaba ese nombre.

- Soy Edward- murmuró – me conociste en el instituto de Forks, cuando te trasladaste a vivir allí para vivir con tu padre, después de que decidiste que era mejor para ella estar con Phil, su marido, ya que él es jugador de beisbol profesional y viaja mucho. Era tu compañero de pupitre en Biología. – dijo con la mirada perdida, recordando lo que yo no podía.

- ¿Solo eso? – pregunté decepcionada, ya que recordaba antes los ojos de mi compañero de pupitre antes que otras cosas quizá más importantes. Aunque claro está que sus ojos eran hermosos.

- Estubimos saliendo. Fuiste la mejor amiga de mi hermana, Alice, ¿la recuerdas a ella? – negué con la cabeza, no recordaba a ninguna Alice. Lo que me sorprendió fue que ahora comprendía por qué recordaba sus ojos. Porqué lo había amado. - ¿Tampoco recuerdas a Emmett, ni Esme, Carlisle, Jasper o Rosalie? – fue nombrando personas a la vez que yo negaba con mi cabeza.

- Lo siento – dije al ver que eso lo afectaba.

- Da igual, nunca debí hacercarme a ti. Los Cullen nunca debimos hacerlo. Rose tenía razón, al fin y al cabo. - susurró con tristeza.

- Cullen – murmuré a la vez que un monton de imágenes borosas inundaban mi mente.

Una enorme casa blanca, una chica bajita de pelo oscuro, un chico tan musculoso como Félix, un chico y una chica rubios, una pareja que me sonreía con amabilidad y afecto…

Y él... en un hermoso prado lleno de flores, brillando bajo el sol, mi mano acariciándolo.

- Edward - dije su nombre como si hubiera hecho el mayor descubrimiento. - Edward. - repetí.

- ¿Qué ocurre Bella? - me gustó como sonaba mi nombre en sus labios, con su aterciopelada voz. No me había fijado en eso antes.

- Lo recuerdo.

- ¿Todo? - preguntó dubitativo.

- Eso creo. - respondí. Entonces un recuerdo llenó mi mente. Un bosque, él estaba allí, yo lo seguía, él diciéndome que no me amaba...

Sentí por primera vez en esta nueva vida mis piernas flojear, antes de caer de rodillas en el suelo, llorando sin lágrimas.

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 10



EL PLAN

(POV BELLA)

No podía apartar la mirada de sus ojos, y parecía que él tampoco podía hacerlo.

- Bella - no lo dijo en voz alta, pero leí sus labios.

- ¡¿Bella, se puede saber qué estás haciendo? - gritó Jane desesperada, haciéndome recordar el lugar donde estaba, y con quien, ya que mirando aquellos ojos dorados era muy fácil olvidarlo. - ¡¿Se puede saber por qué lo estás escudando?

Dicho esto recordé también que estaba escudando al chico, para que la habilidad de Jane no le afectara... Extraño, era la primera vez que no tenía que concentrarme mucho para escudar a alguien, ya que normalmente me centraba solamente en escudar a quién quisiera, pero ahora simplemente lo había escudado y me había perdido en sus ojos...

- ¡¿Piensas seguir así? - seguía Jane con su impaciencia.

No pensaba contestarle, no podía decirle que sí que quería seguir escudando a ese vampiro, y de ninguna de las maneras dejaría de hacerlo... aunque tampoco sabía el motivo.

Me hubiera gustado que en ese momento solo estubiéramos él y yo. Hubiera amado seguir contemplando sus ojos, y poder preguntarle por qué los tenía en mi mente. Poder preguntarle si lo conocía. Estaba casi segura que si... pero no sabía absolutamente nada sobre eso.

Aparté la mirada de sus ojos y la dirigí hacia Jane, intentando que no percibiera nada en ella. Que no percibiera la intención del plan que se me había ocurrido.

- Podeis ir a avisar a Aro, yo me encargo de llevarlo allí. - dije con una convincente voz.

- ¿Y dejarte sola con ese? - contestó indignada.

Me molestó el tono que utilizó para referirse al chico, pero seguí mostrándome impasible.

- Claro, ¿acaso no me crees capaz de hacerlo? - al oír eso se dió cuenta que yo ganaba, pero siguió insistiendo inútilmente.

- No es eso, simplemente creo que puedes necesitar ayuda. ¿Qué harás si ocurre algo?

- No ocurrirá nada, y si ocurriera, os avisaría. ¿No confias en tu rapidez? - me burlé un poco.

- Jane, dejala, será la primera lucha verdadera que tendrá. - dijo Demetri, zanjando el tema y empezando a caminar, alejándose. Heidi le siguió de immediato, después de desearme suerte, y Jane, aunque un poco reticente, hizo lo mismo.



23 oct 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 9



LA LLAMADA

(POV EDWARD)

Abandoné el auto que robé cuando vi las murallas de Volterra. Corrí hacia allí, saltándolas, sin pasar por la puerta. No estaba de humor para registros, tenía prisa.

Al otro lado estaba la ciudad, con sus oscuros callejones, sus antiguas fuentes en las plazas y una castillo que no dudé que sería mi destino.

Entonces sentí mi teléfono vibrar en mi bolsillo. Alice. Dudé en cogerlo, seguramente habría visto mi última decisión y quería evitarlo… pero… ¿y si la había visto? ¿Y si tenía noticias? No había hablado con ella en días…

- Alice – dije cogiendo el móvil finalmente.

- ¡Qué diablos quieres hacer Edward! ¿Es qué acaso no pensaste en nosotros, en cómo nos afectaría? ¿Crees que Esme va a soportarlo? Ya ha estado suficiente tiempo alejada de ti para que ahora le hagas eso ¿no crees? Va a morir del disgusto… y Carlisle. ¿Tampoco pensaste en él verdad? –empezó Alice

- Alice, ya basta. Sabes perfectamente el por qué. – la corté.

- Pero Edward… no puedes estar seguro. Yo no vi que ella…

-¡Simplemente no la viste! Por eso no viste que ella murie… - me atraganté con la última palabra, sin ser capaz de terminar de pronunciarla. Esperé que hablara, pero no dijo nada. - ¿Alice? – no hubo respuesta. No la suya.

- ¿Alice que ocurre? ¿Qué estás viendo? – se oyó la voz de Jasper al otro lado de la línea. - ¿Quién es? – dijo ahora al teléfono.

- Jasper – conteste saludándolo.

- ¿Edward? ¿Eres tú?- preguntó. No había hablado con él desde que ocurrió…

- Si. ¿Qué le ocurre a Alice?

- Está viendo algo… pero no se qué es. Intenté que me dijera algo pero está completamente ausente… Es raro… se siente horrorizada, pero completamente feliz a su vez… - contestó "sintiendo" sus emociones. - ¿Alice, estás bien? – preguntó. Entonces oí como ella le cogía el móvil.

- ¡ Edward LA VI! – gritó. - ¡LA VI! ¡Lo juro que la vi! ¡La vi!

-¿La viste?

- ¡De verdad! ¡Vi a BELLA!

- ¿Dónde? ¿Está bien? – empecé mis preguntas, aliviado, aunque preocupado… ella era tan desastre…

Sentí mi corazón volver a la vida en ese mismo instante. Algo que no imaginaba que volvería a suceder. Tenía una enorme necesidad de saltar y gritar lo que sentía en ese momento.

- Tranquilo – dijo ella riendo a todo pulmón, debió haberlo visto… - De echo está perfectamente. Mejor de lo que puedes imaginar… - murmuró con una pequeña risita. – Más parecida a…

- ¿A qué Alice? ¿Más parecida a qué? - realmente estaba curioso. Y necesitava volver a verla. Ahora que sabía qué ella estaba viva necesitava tenerla conmigo, poderla abrazar.

- Bueno ya verás... - susurró.

- Alice... por favor... dime dónde está. Y con quién. Quiero estar con ella... - dije intentando que soltara algo de información.

- Bueno... ella está... AHHH - escuché gritar a Alice, y después de eso pude oír a Jazz pidiéndole qué estaba ocurriendo, o mejor dicho qué sucedería. Entonces volví a escuchar a mi hermanita. - Edward, ella está más cerca de ti de lo que puedes imaginar... y con personas que jamás... ¡CUIDADO! ¡DETRÁS TUYO!-gritó.

De pronto sentí un fuerte golpe a mi espalda y el teléfono me cayó de la mano, aún con los gritos de Alice. Yo salí disparado hacia el muro de una casa de ese callejón donde estaba. Unos fuertes brazos me cojieron desde atrás por el cuello.

No pude evitar eso, ya que no me fijé en las voces que oía en mi cabeza... estaba demasiado concentrado en la llamada de mi hermana...

Intenté deshacerme de esos brazos que no me permitían respirar. Los brazos de Demetri, uno de ellos. Había venido a verlos... pero ya quería irme. Volvía a tener una razón para vivir.

Pero justo cuando estaba a punto de sacármelo de encíma sentí un repentino dolor. El dolor más intenso que recordaba, sin contar mi transformación... pero este se le parecía enormemente. Sentía todo quemar, sentía todo quebrarse...

- Jane, es suficiente - se escuchó una voz de fondo. Una voz hermosa. Aun en el estado en el que me encontraba supe que era la voz más hermosa que jamás haya oído...

Y el dolor cesó. Tan rápido como llegó se fue, como si nunca hubiera existido.

Levanté mi cabeza para encontrarme con mi salvación. Con unos ojos que aunque eran carmesí eran los ojos más profundos que habían sin duda, y los reconocí al instante.

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 8



8. INTENTANDO RECORDAR

Después de entrenar un poco con Félix, él me enseñaba a luchar, fui con Jane a "patrullar" por Volterra. Solamente porqué "al maestro" Aro (odiaba tener que llamerle así) le gustaba tener su ciudad bajo control. Y claro, como él no quería vigilarla... la guardia debía hacerlo.

Me gustaba ir con Jane. Ella era la única que siempre estaba dispuesta a ayudarme con mi don. El problema era su manera de ayudar. Nos sentábamos por algún bar de la zona (cuando el sol estaba oculto) y ella utilizaba su don con alguno de los humanos de las mesas de al lado. Entonces, para que dejaran de agonizar yo debía envolverlos en mi escudo. Últimamente se me daba mucho mejor, aunque ya hacía seis meses que practicaba... Por supuesto que el resto de la guardia no quería ayudarme si ella estaba de por medio...

Cuando todo el bar en el que fuimos ya estaba escudado y Jane se cansó de intentar sin éxito utilizar su don con alguno de los humanos que allí estaban, nos fuimos a pasear, esperando encontrarnos a Demetri y Heidi, que debían haber salido también.

- ¿Aún no has recordado nada? - me preguntó ella inesperadamente.

- No, nada. Ya te dije que solo recuerdo a mis padres, y solo una imagen borrosa de ellos. Me gustaría al menos poder recordar algún momento de mi vida anterior. - dije desesperanzada.

- ¿Y sabes al menos cómo se llamaban? - parecía muy interesada.

- No exactamente, aunque creo que mi padre se llamaba Charlie.

- Charlie. Ahh. - Murmuró.

- ¿Por qué lo dices?

- Es qué antes de convertirte, ya sabes, cuando estuviste inconsciente mencionaste el nombre Edward, te pregunté quién era pero no contestaste. Pensaba que quizás sería tu padre.

- Ah, ni idea, realmente no recuerdo nada con ese nombre. - dije.

En verdad, que supiera yo no conocía a ningún Edward... que recordara. Desde que me desperté no tenía más recuerdos que mis padres. Aunque también estaban unos ojos dorados. Unos ojos que me atormentaban desde el primer día como vampiro. Lo peor era no saber de quien eran, o al menos, si los había visto alguna vez...

- ¿Ocurre algo? Pareces muy desanimada. - comentó Heidi. Levanté la cabeza sorprendida. No me había fijado que estubiera ella aquí. Ni tampoco Demetri, a su lado.

- Y muy distraida, también. - añadió él. - ¿Qué estás pensando? - Esa pregunta me resultaba familiar, aunque no sabía por qué.

- Na-nada. - Contesté.

- Estaba intentando recordar algo. - respondió Jane por mí.

- Muchas gracias Jane. - dije con sarcasmo. Todos rieron. Yo no. No estaba de humor para reír. No después de haber oido ese nombre.

Y aún menos porqué hoy Chelsea traería nuestro aperitivo de la semana. Odiaba tener que terminar con la vida de alguien. Alguna persona que no tenía la culpa de estar allí, el lugar y el momento equivocados. Algun humano que no nos había hecho absolutamente nada para que terminásemos con su vida. Alguien inocente.

Cuando volví a levantar la cabeza sorprendida de que no dijeran nada, vi que estaba sola. Me apresuré a seguir su rastro, para saber la razón por la que se habían ido. El rastro llevaba a un callejón oscuro, donde solamente había cuatro personas.

Vi a Demetri, sujetando a alguien por el cuello. Estaban de espaldas a mí, pero podía ver que que su pelo era de un tono cobrizo.

Entonces el chico que Dem sujetaba cayó al suelo, gritando. Por Jane. Se estaba revolviendo de dolor por el sucio suelo del callejón, gritando. No sabía por qué, pero ver a ese vampiro de ese modo me resultó también doloroso a mí.

- Jane, es suficiente. - dije sin poder contenerme, intentando que ella parara de hacerle eso.

No me hizo caso. Y yo sabía que de nada serviría insistir con ella, por lo que escudé a ese chico, con el que sentía una proximidad que hasta ahora no había sentido.

Cuando se hubo recuperado, levantó su cabeza hacia mí, mirándome fijamente con esos ojos dorados que no podía sacar de mi mente. Los ojos más hermosos que había visto nunca, más bellos ahora que en mis recuerdos. Porqué aunque no recordaba cuando, supe que realmente los había visto antes...

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 7




7. ARREPENTIMIENTO

Acababa de despertarme, pero no quería abrir los ojos. Me sentía observada, y podía oír alguna respiración cerca de mí.

– Debería despertarse ya. – dijo una voz femenina que no reconocía.

– Quizá no ha ido bien. – le contestó otra, que no parecía nada preocupada. Jane.

– Más te gustaría hermanita.

–No digas nada, porque sé que a ti también te molesta. – le reprendió, a lo que Alec solo pudo soltar una carcajada.

– ¿Podríais callaros por favor? – dijo la primera voz. – Creo que se ha despertado.

– Pues yo no veo que abra los ojos y saltando grite: "¡estoy despierta!"- murmuró sarcásticamente Félix.

– Te crees muy gracioso, pero se perfectamente que ahora nos está escuchando. Su corazón ya ha parado de latir, lo que significa que la transformación terminó.

Entonces oí una oleada de viento dirigida hacia mí, y al mismo instante que abrí los ojos me levanté del suelo de piedra, apartándome de una de esas capas oscuras, a un tiempo que creí imposible.

Levanté la mirada de la tela para encontrarme con cuatro pares de ojos mirándome. Entre ellos estaban los que reconocí cuando estaba en el suelo, Jane, Alec y Félix. La otra voz era de la chica que tenía una mano alzada, después de intentar tirarme la capa encima.

Era una chica alta, escultural. Tenía una sedosa melena caoba que le caía en ondas por la espalda. Pero sus ojos eran distintos que los de los demás. Eran violetas en lugar de rojos. Lo encontré extraño al principio, pero en menos de un segundo caí en la cuenta que ese debía ser el resultado cuando te ponías lentes azules teniendo ojos carmesí.

Ella me miraba sonriente, aunque calculadora. Jane parecía aburrida, al igual que Alec, y Félix simplemente estaba enojado, mirando en ese momento a la vampira de ojos violetas.

– Te lo dije, Félix, ella estaba perfectamente despierta escuchándonos. – dijo la chica intentando si éxito no reír viendo como él se enfadaba aún más.

– Heidi, ya basta. – la cortó Jane. - ¿Cómo te sientes? – me preguntó.

– Estoy bien. Pero esto es muy abrumador. – dije observando el polvo que se había elevado al levantarme.

Lo sabemos. Bueno, supongo que tendrás hambre… - susurró antes de que notara mi garganta quemar, la sentía seca. Al instante me puse las manos en el cuello, como si de esa forma pudiera aliviar esa sensación. Estaba sedienta.

– Ven, tenemos algo preparado…

La seguí cruzando esos pasillos por los que había pasado el otro día. Ahora me parecían distintos, no tan oscuros, y para nada fríos. El resto estaba detrás de mí, dirigiéndose también a la gran sala redondeada con los tres tronos.

Aro nos recibió, alegre. Me preguntó también como me sentía, y me recordó mi sed, explicándome que ahora siempre viviría con eso, pero que se podía saciar un poco… con sangre.

Entonces se empezaron a oír murmullos detrás de la puerta, y cuando esta se abrió, me llegó un perfume delicioso…

Dejé de respirar siendo consciente que ese olor solo podía ser sangre humana, y sin recordar por qué supe simplemente que no podía hacer eso. Que debía de haber otra forma… Pero mi garganta seguía quemando, más intensamente ahora que había olido ese efluvio.

Entonces observé como todos los vampiros de la sala miraban hacia la puerta, recién cerrada. Y empezaron a saltar hacia esa dirección. Yo no quería mirar, no quería ver nada de eso, por lo que cerré los ojos e intenté no oír los gritos de la asustada gente.

Cuando los gritos cesaron, aún podía oír el latido de un corazón, cercano. Noté una mano en mi brazo, y al abrir los ojos vi que Aro estaba mirándome con confusión y un gran asombro.

– ¿Cómo puedes resistirlo? – preguntó incrédulo. Yo todavía no respiraba, por lo que solamente me encogí de hombros. – Tranquila, ya puedes respirar.

Le hice caso, pero me arrepentí al instante. Podía oler ese efluvio, cerca, invitándome. Hice acoplo de todo mi autocontrol para no saltar y dejar de respirar de nuevo.

– Increíble. No entiendo absolutamente nada contigo, Bella. ¿Cómo lo soportas? – me preguntó. No contesté, no pensaba hacerlo de ninguna manera sabiendo que a la próxima no sería capaz de resistirme. – Está bien, tú lo has querido. – susurró antes de llamar a Jane.

No entendí el por qué, su don no me afectaba, por lo que lo encontré algo totalmente inútil, antes de ver como ella se acercaba arrastrando a una chica humana, que miraba todo su alrededor horrorizada.

Debía tener mi edad, era rubia, con el pelo corto y rizado por encima de sus hombros. Aro se apartó de mí, dirigiéndose a ellas, me miró cuando las alcanzó y entonces hizo algo que realmente no esperaba. Alzó su mano hacia la chica, cortándole su bronceada piel con una uña, dejando que unas gotas de sangre bajaran por el cuello de la joven.

Al momento salté sobre la chica, mordiendo su cuello y sintiendo que el fuego de mi garganta paraba. Seguí bebiendo hasta que no quedó ninguna gota en ella, y me lamí los labios ante tan exquisito sabor.

– Así se hace. – dijo Aro.

Haciendo que cayera en la cuenta de lo que había hecho.

Haciendo que me llenara de culpa por esa pobre chica, que estaba sin vida a mis pies.

Haciendo que lo odiara con todo mi ser.

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 6



6. LA RESPUESTA

Todos me miraban, expectantes, para escuchar mi decisión. Estaba todo silencioso, solo podía escuchar mi respiración y los latidos de mi corazón.

Aro, que parecía comprender mi situación, miró un momento a Jane mientras le pedía:

-Jane, querida, informa a la chica de sus opciones y sobre las consecuencias de estas, para que le sea más fácil decidirse.

- Por supuesto, Aro. – dijo mirándolo, después se giró hacia mí – Puedes decir o SI o NO. Si dices que SI, te unirás a nosotros y formarás parte de la guardia de los Vulturis. – noté que un escalofrío me recorría el cuerpo al escuchar ese nombre. – Si dices que NO, te mataremos, porque sabes demasiado acerca de vampiros, y servirías de aperitivo para alguno de nosotros. La decisión es fácil, aunque yo personalmente preferiría que dijeras que no.

- Gracias Jane – la cortó Aro – Di, ¿cómo te llamas?

-Bella – me sorprendí por la seguridad que transmitía mi voz, cuando estaba muerta de miedo en realidad.

-Bella, aquí estarás bien. Puedes estar tranquila, nosotros te ayudaremos a acostumbrarte a esta nueva vida. No tendrás que preocuparte de nada, los vampiros se distraen muy fácilmente, créeme, es la mejor decisión que puedes tomar. A no ser que prefieras servirle de comida a Félix. – Dijo mirando detrás mío. Al girarme, vi a Félix con una enorme sonrisa en la cara, observándome fijamente con esos ojos color carmesí. – Tú decides que prefieres. – Murmuró con total tranquilidad Aro.

Estaba totalmente acorralada por esos vampiros de ojos rojos. Si al menos fuesen de color topacio…

Pensé en lo que dijo Aro de distraerse… si solo pudiera dejar de pensar en él… quizás era lo mejor realmente, pero no podía hacerles eso a mis padres…, aunque mi madre tenía a Phil… y mi padre había estado solo mucho tiempo…, no, simplemente no podía. Aunque visto de otro modo, si contestaba que no me matarían… Félix me mataría… y tampoco podría estar con ellos… y jamás sabrían otra vez de mí. Si contestaba que si al menos podría enviarles algún mensaje...

Mi mente estaba totalmente nublada por la indecisión y no podía ver otra cosa que ojos rojos y blancas sonrisas… mirara dónde mirara.

-Venga di algo… tengo prisa. – Félix estaba aún mirándome como antes y murmuró esto con malicia en su voz. – Podríamos ser buenos amigos, aunque...

-Está bien. – dije sin ni siquiera quererlo. – mi respuesta es SI.- no sabía como había dicho eso, cuando ni siquiera estaba segura, pero no había marcha atrás ya...

-Lo mejor que podías haber dicho. – respondió Aro mientras se acercaba más a mi y se inclinava como si fuera a besarme. Pero entonces noté un fuerte pinchazo en mi cuello y perdí el conocimiento...

3 oct 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 5




5. LA PROPUESTA

– Dime, ¿qué sabes?- preguntó exigentemente con su melódica voz.

– Yo… - no tenía ni idea de qué contestar, pero sabía que no podía nombrar a los Cullen, de eso estaba segura. Y aun menos sabiendo el don de esta vampira. Me moriría de arrepentimiento si llegaba a hacerles algo a alguno de ellos, no podía permitirlo. Entonces recordé como supe lo que eran… Jacob me lo dijo. – Leyendas. – Dije simplemente.

– ¡¿Leyendas? – Susurró escépticamente, pero antes de que pudiéramos decir nada más ninguna de las dos, una puerta se abrió y entro luz en la habitación. Vi que no había nada en ella, era como las mazmorras de esas películas… Jane se levantó del suelo a unos dos metros de mí. Mirando a quién había abierto la puerta.

– Felix, ya está despierta. ¿Ellos quieren verla? – había oído ese nombre, en el avión, era el último vampiro que vi, el que parecía más fuerte.

– Por supuesto que quieren verla. Es muy extraño que no puedas hacerle nada. Ni tu hermano. ¿Verdad? – dijo lo último con un tono que creí que era burla, y escuché un grito de dolor. Jane estaba delante de mí mirándolo fijamente con furia llameando en sus ojos. El grito acabó tan rápido como había empezado, ella estaba sonriendo.

– Bueno, que no sirva con ella no significa que no sirva con los demás, ya ves. – Murmuró mientras me cogía del brazo y me levantaba como si fuera una muñeca. – Levántate – ordeno inútilmente, ya que ella misma acababa de hacerlo y ya me estaba arrastrando hacia la puerta con una enorme fuerza, sentía que mi brazo no soportaría mucho más esa presión. Vi que el vampiro que había soltado ese grito tan desgarrador también se levantaba, recuperándose de lo que ella le había hecho.

Me llevaron por pasillos oscuros, hasta que llegamos a una sala redondeada más grande e iluminada. Había tres muebles de madera parecidos a tronos, en los que estaban sentados tres hombres de piel pálida que parecía muy fragil y ojos rojos, como los demás. También había más gente que hablaba demasiado bajo para que escuchara ía que eran como ellos, pero no conseguía sacar la vista de esos tres vampiros como para estar segura.

El que estaba sentado en el trono del medio, se levantó con una inmensa gracilidad y se dirigió hacia mí, mirándome fijamente, dejándome paralizada.

- Aquí está Aro. - dijo Jane con un gran respeto.

- Gracias, Jane. Este caso es muy interesante.- Respondió él, alargándome su mano. Entonces, cogió la mía y cerró los ojos como si estuviera concentrándose mucho en algo.

- Realmente increíble, no veo nada, absolutamente nada.-dijo después de estar un rato con sus ojos cerrados.- Espero que no te importe unirte a nosotros. Nos serías de gran ayuda.- susurró. No sabía a que se refería cuando decía unirse, no entendía nada de lo que decían, pero tuve el presentimiento que eso tendría que ver con lo que me había comentado Jane de transformarme.

- ¿Así que es verdad, Aro?- preguntó uno de los señores que aun estaban sentado. Tenía el pelo totalmente blanco, a diferencia de los otros dos que lo tenían negro.

- Absolutamente.-le contestó. Y después mirándome a mí dijo- ¿Quieres unirte a nosotros, a los Vulturis?-entonces esperó mi repuesta, todos la esperaron, pero mi cabeza estaba unos seis meses antes... el día de mi decimoctavo cumpleaños... cuando él me contó sobre los planes que había ideado para acabar con su vida cuando James había estado a punto de matarme, él mencionó a los Vulturis, dijo que acudiría a ellos, que eran como un tipo de realeza... los que hacían que se respetasen las normas...

No sabía que responder, no quería aceptar y ser uno de ellos. Si debía ser un vampiro quería serlo como antes imaginé, como parte de la familia Cullen. Pero eso era imposible, ahora y siempre. Pero lo peor de todo era saber que no podía negarme. Estaba rodeada de vampiros, y no podía (ni quería) imaginar lo que harían conmigo si mi respuesta era negativa. Si tan solo ellos estuvieran aquí, si solamente él lo estuviera...

26 sept 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 4



4. OSCURIDAD


Me desperté en el suelo de una sala oscura. Me dolía la cabeza y sentía mi cuerpo entumecido, aunque no había echo ningún esfuerzo. Solamente había subido al avión y... entonces todo vino a mi mente. Esa chica de ojos rojos y mirada oscura, el chico parecido a ella y el musculoso.
Me senté, y busqué algo a mi alrededor, pero no podía ver nada.
- Al fin despertaste, pensé que me pasaría la eternidad esperando. - al oír esa voz recordé como la había llamado el otro vampiro, Jane.- No sabes lo aburrido que puede llegar a ser ver dormir a un humano, sobretodo si habla. ¿Podrías decirme una cosita? Pura curiosidad.
No tenía ni idea de a qué demonios se refería, pero no podía encontrar mi voz, ni el valor suficiente como para preguntárselo.
¿No iba a hacerme daño? ¿Por qué estaba en este lugar? Recordé que había dicho algo así como "bienvenida a Italia". ¿Acaso estaba de verdad en Italia? No entendía nada, y estaba muerta de miedo. Aunque no la veía, sabía que ella si me estaba viendo a mí. Y por muy indefensa que pudiera parecer sabía perfectamente de lo que era capaz… y odiaba saberlo ahora mismo.
– ¿No vas a contestarme? Bueno, pues te pregunto igual. - dijo con su aguda y clara voz.- ¿Quién es Edward? ¿Tu novio? ¿Tu padre? No has parado de decir ese nombre toda la noche, y también le pedías que se quedara contigo… - al oír su nombre recordé esos ojos topacio, esos que podía estar viendo durante horas sin cansarme y pensé que era la primera vez que estaba con un vampiro no “vegetariano”, sin contar a James y su aquelarre, ya que entonces él junto a su familia podía protegerme, ahora no.- No hace falta que pongas esa cara de sufrimiento, no te estoy haciendo nada. Mi don no te afecta.
- ¿Cual es tu don? – dije sorprendiéndome, estaba hablando con una vampira que seguramente deseba matarme como si no ocurriera nada. Pero recordé que en el avión habían dicho algo así como que sería mejor “guardarme”. ¿Qué significaba eso? ¿No iban a matarme?
- ¿Mi don? Ah, nada importante, solo puedo crear la sensación de dolor en la mente de las personas, y los vampiros claro. Pero a tí no te afecta, es realmente frustrante. - no era la primera vea que me decían eso, y recordé ese momento en aquel precioso prado… - ¿Ahora sonries? Eres realmente rara… Nadie sonrie cuando le dices que eres un vampiro y probablemente tú te convertirás en menos de una hora.
- ¡¿Qué?! ¡¿Convertirme?! – grité, olvidando lo que era ella. Había deseado tanto eso antes… pero no ahora, cuando no podía estar con él.
- ¿Qué sabes sobre vampiros? No reaccionas como los demás, es como si supieras sobre nosotros, ya hemos encontrado antes personas que saben de nuestra existéncia, pero simplemente contigo es diferente. Dime ¿qué sabes? – pregunto exigentemente con su melódica voz.

23 sept 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 3




3. EL VIAJE


(POV BELLA)


Subí al avión despúes de despedirme de mi padre, él quería que me fuera a vivir con mi madre porque creía que dejaría de comportarme como un cuerpo sin vida. Ya lo había intentado algunas veces antes sin lograrlo pero ahora lo consiguió.


El despegue fue normal, sin ningún imprevisto y decidí dormir un rato para descansar, ya que en la noche anterior solo pude pensar que en un día volvería a estar con mi madre. Lo único bueno de marcharme de Forks.


Cuando desperté miré el reloj y vi que faltavan dos horas para llegar aun, miré por la ventana y, detrás de unas pocas nubes, lo único que logré ver era agua... como si estuvieramos sobrevolando un océano... imposible. ¿Desde cuándo hay un oceano en medio de los Estados Unidos?

Busqué por el pasillo del avión alguna azafata para preguntarle dónde estábamos, pero no había ninguna a la vista. Intenté no preocuparme y descansar un rato más... y aunque cerré los ojos no pude dormirme, así que escuché un poco de musica con mi reproductor, hasta que nos informaron del aterrizaje.


Entonces vi que alguien de baja estatura con una oscura capa caminaba por el centro del pasillo, y que todo el mundo empezaba a gritar... gritos de dolor. Me di cuenta que era una chica, con el pelo castaño corto y unos lavios carnosos. Su piel era muy palida, demasiado.


Entonces me miró con sus grandes ojos, y solo pude aterrorizarme. Eran de un profundo rojo carmesí, y me miraban directamente, divertidos al principio, pero cada vez más frustrados.
- Alec - dijo con una aguda y clara voz. En menos de un segundo había a su lado un chico muy parecido a ella, también vestido con esa capa.


- Jane, ¿qué ocurre? - dijo mirándome con unos ojos del mismo color de ella.
- No puedo... no entiendo, prueba-dijo señalándome con la barbilla con su voz irritada.


Empezó a envolverme una fría niebla, que desapareció poco después. No podía dejar de mirar esas dos figuras, por mucho que lo deseara. Y éstas no dejaban de mirarme a mí.


- Yo tampoco. Tenemos que llevarla, a él seguro que le gustará, aunque huele bastante bien... - dijo el vampiro, Alec.


- Sí, será mejor que la guardemos. Por cierto, bienvenida a Italia- dijo sarcasticamente y se fue alejando de mí.


- Felix - llamó Alec. Y un vampiro parecido a Emmett se acercó y me cogió en sus brazos, y me desmayé.

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 2



2. LA BÚSQUEDA

- Porque ya es tarde.

– ¿Tarde? – pregunté en un susurro.

– Subirá al avión en poco más de diez minutos. – percibí vagamente como me resbaló el móvil de la mano y empecé a correr cuando oí que se rompía al caer al suelo.

Corrí con todas mis fuerzas, más rápido que nunca, para llegar a tiempo. No lo creía posible, ya que debía atravesar el país, pero tenía la esperanza de alcanzar al menos a ver el avión y poder seguirlo desde tierra, custodiándolo. Custodiándola.

Llegué al aeropuerto media hora después de la llamada de Alice. Diez minutos después del despegue. No sabía adónde ir, por alguna razón cuando se trataba algo sobre la seguridad de… ella Alice siempre tenía visiones confusas. Pregunté a información hacia dónde iba ese avión, pero me dijeron Phoenix. Inútilmente traté de decirle a la señora que no era así, que cambiaría su rumbo, hasta que me enseño un listado de todos los vuelos del día y yo mismo comprobé que tenía razón… a su manera, yo confiaba en mi hermana, en su don.

Fui a la primera cabina telefónica que vi y llamé a Alice, que cogió el teléfono incluso antes del primer tono.

– Edward, se dirigió hacía Europa, Portugal o España, creo. Puede que Francia, pero hacia esa zona. Veo que cruza el Atlántico, y no tiene el combustible suficiente para llegar mucho más lejos.

- ¿La ves a ella? ¿Está bien? ¿Lo estará? – pregunté desesperado, aunque profundamente agradecido a mi hermanita por la nueva información.

- No puedo verla, ya te dije, solo sus padres llorando... o simplemente todo rojo.-Simplemente dolor, sentía mi pecho arder como si se estubiera quemando.

- ¿Podré encontrarla?

- Eso espero... - Más incertidumbre.

- Alice por favor... solo intentalo... necesito saber que está bien... simplemente.

- Llevo intentando verla desde que tuve la visión, y no la he visto... ve a buscarla...-cuando oi eso, a mi hermana pidiendome que la buscara solo pude ver que eso era lo que debía hacer... que ahora hablando con ella simplemente estaba perdiendo el tiempo.

- Si ves algo avisame, por favor. - Colgé despues de oir su voz chillando.

- ¡Debes comprarte un telefono!- Cinco minutos más tarde ya estaba otra vez en el aereopuerto con un móvil en mi bolsillo después de haber ido a la compañía telefónica más cercana y haberle enviado un mensaje a Alice informándole.

Compré un billete destino Portugal que salía el mismo día, y simplemente esperé que las horas pasaran deprisa...

Cuando llegué comprobé todos los aterrizajes del país, ninguno fuera de lugar... Tardé seis meses en rastrear toda la península Iberica y Francia, sin ningún resultado... sin ninguna novedad de Alice. La había llamado algunos días, pero la repuesta siempre era la misma que el día que partí, por lo que decidí rendirme y aceptar que dejarla simplemente fue una mala idea, la peor idea que que jamás podía haber tenido. Y la única manera de rendirme que encontré, la que me permitía dejar de soportar más este dolor, era ir a Volterra, y dejarlo todo... Quizás la encontraría dónde sea que fuera, aunque ella no había hecho algo tan terrible como para tener que ir al mismo lugar que yo.

Acababa de "alquilar temporalmente" el auto más rápido que vi en una calle de Roma y me dirigia a toda velocidad hacia mi destino. Por el mediodía llegaría y me mostraría ante todos bajo la luz solar para que los Vulturis no tuvieran otro remedio que terminar mi sufrimiento...

22 sept 2010

REENCONTRANDO LA FELICIDAD 1




1. SUS OJOS



Mañana haría un año ya. El peor año de mi existencia, y pronto todo finalizaría. Después de eso, después de dejarla, ya nada importaba.

Había estado vagando solo unos días, cuando encontré un rastro de Victoria bastante reciente. No estaba lo suficiente lejos de… ella. Por lo que durante unos seis meses, creo, estuve intentando rastrearla, por distracción. Un intento de olvidar. Aunque de mi mente jamás podría borrar ni un recuerdo de ella, mi amor.
Cada vez que cerraba los ojos siempre veía lo mismo, unos ojos marrón chocolate que brillaban con tristeza, con pérdida. Sus ojos. Los ojos de ella. Y sentía mi corazón helarse, encogerse y agrietarse, muerto, sin vida lejos de ella.

Luego de esos pocos, pero a la vez eternos meses Alice me llamó por primera vez desde su móvil, lo encontré extraño ya que hasta entonces solamente me llamaba Esme desde el suyo, por lo que respondí desconcertado.

– Alice – dije tratando que mi voz sonara casual o, por lo menos, no se notara mi dolor en ella.

– Edward, se que no quieres que te molestemos pero… tengo que contarte algo… – respondió, algo insegura. Eso era aún más raro. ¿Mi hermana insegura de algo? Con eso supe que alguna cosa no estaba bien.

– ¿Alice qué ocurre?

– Es Bella – reprimí un gemido de dolor, jamás pensé que oír su nombre fuera tan doloroso, ya que antes tenía una sonrisa en mi cara con solo escucharlo. – Edward di algo. – No podía hablar, pero hice un esfuerzo para que las palabras salieran de mi garganta.

– ¿Qué ocurre? – repetí, y me arrepentí al instante al oír mi voz, oí que jadeaba al otro lado de la línea.

– Oh, Edward, no debería haberte llamado. – comentó arrepentida.

– ¡Alice dime que pasa con ella de una vez! – grité.

– Verás… hace un mes… ella decidió ir a vivir con su madre… o más bien su padre la envió allí…
– Alice ¡no tengo todo la vida! – reprendí su duda.

– Está bien, está bien… mira la cuestión es que hace una semana tuve una visión donde la vi subir al avión, donde todo fue bien hasta que…

– ¿Hasta que Alice? ¿Ves un accidente? – pregunté gritando con angustia.

– No, el avión llegó al aeropuerto, más o menos…

– ¿Más o menos? ¿Qué quieres decir con eso? – exigí.

– Mi visión es confusa entonces, pero parece que el avión no aterriza… al menos no en el aeropuerto en el que debería hacerlo, aunque no se a dónde se encuentra ese, simplemente veo todo rojo… Y cuando intento verla a ella… – esperé, pero no dijo nada más.

– Sigue – Pedí como pude.

– Solo consigo ver a sus padres llorando… – el pecho se me contrajo. – Debería haberte llamado antes. Lo siento. – no comprendí por qué razón decía eso.

– ¿Por qué te disculpas?

– Porque ya es tarde.

REENCONTRANDO LA FELICIDAD

Summari de Reencontrando la felicidad, mi primer fic crepusculero.




Después de dejar a Bella, Edward ha logrado sobrevivir un año sin ella, pero quando eso se haga insoportable y decida terminar con todo, la volverá a ver. Ambos son iguales ahora, pero no pueden esconderse de quien la convirtió...


13 jul 2010

1. CAMBIOS

Hoy es mi último día de instituto. Bueno, mi último día en este instituto. El próximo lunes ya estaremos en el pequeño pueblecito en el que nos trasladaremos, por eso tengo que cambiar también de instituto.

No entiendo por qué mis padres se han empeñado en que debemos trasladarnos tan precipitadamente. Aunque seamos vampiros somos pacíficos y nuestra fuente de alimentación nos permite estar entre humanos sin desatar sospechas por su parte.

Solo hace un par de años que llegamos aquí, al principio no me gustaba, no me gustan los traslados, cambiar de pueblo, de instituto, de amigos…

Esto es lo que menos me gusta, separarme de los amigos, jamás había conseguido unos amigos como los que tengo ahora, y tengo que dejarlos.

Estoy en el coche de Brittany en el asiento de atrás, su hermano Brian siempre se sienta en el asiento de copiloto. Están hablando, pero no se de qué. No me puedo concentrar.

Son mis mejores amigos, ellos y Kate. ¿Qué iba yo a hacer sin ellos?

Estamos llegando al instituto, y tengo la sensación de que no voy a poder soportarlo. Y que no voy a poder despedirme de ellos.

¿Por qué me hacían esto mis padres? Había intentado hacerles entrar en razón, hacerles entender que no era necesario, pero no hubo manera. No paraban de decir que esto era por mi bien, que era lo mejor que podían hacer ellos por mí. ¿Es qué acaso no se daban cuenta de que lo mejor para mí era que nos quedáramos aquí, sin cambiar nada? Aquí era feliz. ¿Por qué no se podían dar cuenta de eso? Me dijeron que sí que se daban cuenta pero que el traslado era inevitable, urgente. Seguía sin entender. ¿Por qué motivo no me decían la causa de esa decisión?

Llegamos. Debía afrontarlo. El último día. Todo tiene su final.

-¡Cathy! ¡Catherine! ¡Cómo no te levantes ahora mismo vamos a llegar tarde! Y supongo que no quieres eso, ¿verdad? ¿Es qué te has vuelto sorda de golpe, chica? ¡Despierta!-me grita Brittany, bajo del coche tan rápido como puedo.

-Lo siento Brit, no se muy bien dónde tenia la cabeza-me disculpo.

-Ya, venga. ¡Si no nos damos prisa vamos a llevarnos una buena bronca! Ya pensarás en eso tan importante luego.

Aunque lo tenía que haber hecho antes, aún no les había contado nada. Y me he pasado varias clases pensando en cómo se lo diría.

Ya en la cafetería, he escuchado a Kate por primera vez del día, y eso que nos sentamos juntas en todas las clases, aunque seguramente eso solo me lo ha parecido a mí, ya que solo ahora acabo de fijarme que lleva el vestido que le regalé el mes pasado, por su cumpleaños.

-Cathy, ¿estás bien? Llevo toda la mañana esperando que digas algo, de verdad, esto no es muy común en ti. ¿Qué te pasa?-me dice con mucha preocupación en su voz.

-Me voy-digo sin pensar.

-¿Quieres que te llevemos a la enfermería? ¿O prefieres que te lleve a casa en mi coche?-me pregunta Brittany alarmada.

-No quiero decir eso-explico. -Me voy de aquí, del pueblo.

-¡Basta ya Cat, sabes perfectamente qué no me gustan ese tipo de bromas!-se queja Brit.

-No parece que esté bromeando Brit-le dice Kate. -Pero ¿por qué eso?, ¿cuándo?, ¿dónde?-me pregunta entonces.

-La única cosa que sé es que el traslado es mañana.

No contestan. Están como estatuas, quietas. Kate me mira por debajo de su perfecto flequillo rubio con sus ojos azules grisáceos fuera de sus orbitas. Lleva su pelo suelto, como de costumbre, liso, que le llega hasta media espalda.

Brittany está triste, decepcionada, eso es lo que demuestran sus ojos marrones abiertos de par en par. Ella tiene el pelo castaño claro, ondulado, un poquito más corto que el de Kate, y también es ligeramente más bajita.

El momento está lleno de tensión, no sé que decir, ¿qué debería decir? ¿Es que acaso no hay ningún libro o guía que explique cómo despedirse? La verdad es que no tengo ni idea, aunque ya es demasiado tarde.

-¿Se puede saber qué está pasando aquí? Estáis estupefactas, de verdad, ¿me he perdido algo?-Grita Brian, el hermano de Brittany, desde mi espalda.

Luego se sienta en la mesa junto a nosotras. No decimos nada. La verdad es que estoy esperando que ellas digan algo, aunque no es muy probable, no ahora mismo, porque me están mirando aún con los ojos abiertos. Creo que no tiene que ser bueno para un humano estar tanto tiempo sin cerrar los ojos.

Brian me mira, también, y comprende que Brit y Kate están así por mí. Seguramente porque debo ser la que tiene la cara menos descompuesta.

Genial. Si se lo cuento probablemente se unirá a ellas para mirarme como si le diera miedo, pero si no lo hago, ¿cuándo lo sabrá? ¿Cuándo yo ya no esté aquí?

-Cathy, dime qué pasa antes de que me vuelva loco. -Difícil, a pesar de ser mis mejores amigos, ese par de hermanos está fatal de la cabeza. Eso me dio esperanza.

-OK. Pero antes cálmate y prométeme que no vas a quedarte como ellas. -Quería asegurarme de eso, porque realmente creía que iba a ocurrir.

-Te lo prometo, venga cuenta, no puede ser tan fatídico.

-Primero escucha y luego opina -venga Cat, seguro que puedes con otro. -Me voy, del pueblo.

-Te vas, del pueblo.

-Sí, eso es. –Respondo, no sé que más puedo decir.

-¿Pero cuándo? ¿Dónde, por qué?

-Mañana, lejos y no entiendo por qué mis padres quieren eso.

Está confuso, pero parece tomárselo mejor que el resto. Kate entonces reacciona, salta de su silla y corre a abrazarme, sollozando. Me doy cuenta que una lágrima empieza a recorrer mi rostro, deslizándose por mi mejilla. Brittany, salida ya de su embrujo, se une también a nuestro abrazo.

-¿Pensáis dejarme un poquito para mí, verdad?-se queja Brian bromeando. Empezamos a reír todas tres, felices, a pesar de que ese era el momento más triste que habíamos pasado juntas.

En ese momento me di cuenta de que seguiríamos llamándonos, enviándonos mensajes… Con mucha más razón de la que teníamos ahora. Ellos seguirían siendo mis amigos, lejanos, pero amigos. Por eso me sentí más segura, como debería sentirse una vampira, que es lo que soy.
Más tarde…

Ya en casa, después de las despedidas definitivas, me tomo un descanso. Mañana, sábado, será un día largo. Debo ir a cazar, hace ya más de una semana que no voy y empiezo a estar sedienta, y será el último día que estoy en el pueblo, en mi casa, en mi habitación. La verdad es que todo eso no me angustia tanto como el tema de las amistades, más bien me pone triste. No volver a estar aquí, aunque solo haga dos años que hemos llegado…

Voy a irme temprano a dormir, espero que la última noche sea más tranquilita que las pasadas, o no podré aguantarme de pie ni un día más, bueno si, los vampiros no necesitamos dormir, aun así algunos lo hacemos, sobre todo los vegetarianos, porque de esta manera podemos llevar una vida algo más parecida a la que llevan los humanos.

Miro por la ventana, me relaja, sobre todo cuando llueve, como ahora…
Un día después…

Corro por el bosque, guiada por el efluvio de algunos antílopes que no están demasiado lejos. Deben ser tres, oigo sus corazones latir, pero cuando los veo lo confirmo. No paro de correr, simplemente salto sobre uno de ellos y acerco mi boca a su cuello. Ha sido rápido, ya llevo bastantes años cazando y estoy acostumbrada a cazar sin hacerle un solo rasguño a mi ropa. Dejo el cuerpo del animal en el suelo y me dirijo hacia los otros, que al verme empezaron a huir. En medio segundo ya he alcanzado al segundo y dos minutos más tarde acabo con el tercero.

Empiezo el regreso a casa corriendo, pero termino caminando… mi última cacería en la zona… podré soportarlo.

Son las siete de la tarde, la verdad es que hoy no he hecho muchas cosas que digamos: me he levantado tarde, he hecho algunas fotos por la casa y ahora me encuentro aquí.

Cuando llego a casa termino de hacer las maletas, los últimos detalles… y vuelvo a mirar por la ventana. Siento que va a ocurrir algo, y no termino de saber qué. Bueno si, mañana me voy, pero creía que lo había superado…

Entonces veo que algo se mueve, una sombra oscura y rápida que me inquieta. No parece un animal o algo parecido. Eso es lo que acostumbraba a ver cuando miraba por la ventana, contemplando el bosque que se alzaba a pocos metros.

No, esa cosa no era un animal. Esa sombra iba demasiado rápido, solo los de nuestra especie podemos correr a tanta velocidad.

El problema ahora era saber qué hacía un vampiro por esa zona, ya que no encontraba ningún motivo. No creo que sea vegetariano, la mayoría no lo son. Pero el pueblo es pequeñito y por eso no habitan muchas personas en él. Por lo tanto… sólo estamos nuestra familia, mis padres y yo. A lo mejor ellos se conocían y ese extraño solo venía a visitarles... aunque es sencillo encontrar nuestra casa, está apartada de las demás, y en los alrededores solo hay nuestro olor, si no les había avisado era porqué no quería que supieran que estaba allí… También podía estar solo de paso, aunque es poco probable que pase exactamente por el lado de la casa de los únicos vampiros de la ciudad, siendo él también uno.

Eso es casi imposible. Por eso me preocupa que conozca a mis padres, si no quiere que sepan que está aquí. No quiero pensar que tiene malas intenciones con ellos, no habían hecho nada malo, que yo supiera… quizás debería avisarlos, por si acaso.

Aunque es probable que ya lo sepan, ¿por qué si no esa repentina prisa en trasladarnos? ¿Por eso no me explicaban el motivo de esa decisión y solo se inventaban excusas? ¿Por el peligro?

La verdad es que podían confiar en mí más de lo que se pensaban. Quizás solo temían asustarme, aunque ya lo habían hecho tan solo con explicarme esas excusas sin sentido, improvisadas. Mis padres son buenos actores, todos los vampiros lo somos, pero realmente ese tema del traslado los ponía nerviosos, y no podían esconderlo. Y ahora me estoy preocupando de verdad, ya que probablemente escondían la mayor parte de su preocupación, y si se mostraban ya muy nerviosos es que realmente lo estaban mucho más, eso no me había pasado por la mente antes.

Y lo que me inquieta más es que mis padres siempre me han dicho que a ellos su vida no les importa demasiado, siempre me han dicho que la mía era la más importante de proteger…